Si le asignáramos un valor monetario a las oportunidades que Cuba ha perdido por no insertarse a tiempo en los cambios que desde hace años ocurren en el campo industrial y tecnológico a nivel mundial, seguro que el monto resultante sería sorprendente. Y aunque existe la posibilidad de subir al tren de la globalización en cualquier momento, mientras más rápido se haga, mejor. Aprovechar lo nuevo para hacer un país más eficiente y competitivo a nivel internacional, aunque es un objetivo posible, no es algo que se logre de la noche a la mañana.
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