Pese a que no existe una infraestructura para que los pequeños empresarios cubanos funden negocios de inversión, la gente se las arregla para salir adelante.
Algunos piensan que ya es suficiente con que al menos se hayan abierto posibilidades legales a la empresa privada. La realidad es que esta gestión a medias encarece los productos y hace más engorroso cualquier esfuerzo.
Pero Cuba cambia solo si los cubanos nos lo proponemos.