Exhibo el honor de mi registro en la privilegiada lista de cubanos que no pueden entrar a Cuba. Nosotros los porfiados disidentes –quizás errados ante la "ideología" del borrón y muchísima cuenta nueva— aún permitimos que varios oficiales de la Seguridad del Estado no terminen como el teniente coronel Castañeda —que "atendía" a Heberto Padilla—, de taxista en su achacoso Lada por Belascoaín hasta Cuatro Caminos.
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