El magnate Alfonso Fanjul huyó de Cuba siendo muy joven, dejando detrás las mansiones de su familia y los vastos campos de azúcar que el Gobierno de Fidel Castro nacionalizó. En su exilio en Estados Unidos construyó un imperio azucarero aún mayor, amasó una de las fortunas más grandes de Norteamérica, se hizo amigo de miembros del Congreso y presidentes que se beneficiaron de su generosidad, y se convirtió en uno de los principales financiadores del movimiento anticastrista.
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