Las filosofías permanentes y las grandes religiones insisten en que las cosas sean llamadas por sus nombres. Cuando las cosas dejan de llamarse por lo que verdaderamente son vemos que al derrumbe de la lógica sigue el de la moral. Así en Cuba.
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Las filosofías permanentes y las grandes religiones insisten en que las cosas sean llamadas por sus nombres. Cuando las cosas dejan de llamarse por lo que verdaderamente son vemos que al derrumbe de la lógica sigue el de la moral. Así en Cuba.