Mañana domingo comienza la temporada de pelota. ¿Son 16 equipos demasiados? ¿Se logrará subir el nivel del deporte nacional?
El domingo 25 de noviembre se inicia la fiesta. Minutos después de las dos de la tarde, en el estadio José Ramón Cepero de la provincia Ciego de Ávila, el vigente campeón se enfrentará a Industriales, actual subtitular. Las cortinas de la 52 temporada de la pelota cubana quedarán descorridas.
El mayor espectáculo deportivo del país regresa con un nuevo formato. Según la Federación, tras más de 170 propuestas, debido a la crisis, se ha optado por la opción más económica.
El nuevo torneo constará de dos etapas. Competirán 16 equipos, al quedar eliminado Metropolitanos. La primera ronda, de 45 juegos, será un match de todos contra todos. Las subseries serán de tres partidos. Las ocho mejores novenas clasificarán a una segunda fase.
Un paréntesis por el Clásico Mundial
Por la celebración del III Clásico Mundial —que arrancará el 2 de marzo de 2013 y donde Cuba jugará en el grupo de Asia junto a Japón, China y un equipo por elegir—, habrá un parón en la temporada que se aprovechará para efectuar partidos de preparación del equipo nacional.
Esto es algo que ya se viene haciendo. La escuadra ha disputado diez juegos en México, China Taipéi y Japón. Ahora, sin apenas deshacer las maletas y bajo los efectos del cambio de horario, las estrellas se reintegrarán a sus respectivos clubes provinciales.
Segunda ronda, debates
La segunda parte del torneo constará de 42 juegos. Los resultados de la primera fase seguirán contando, y cada novena tendrá la opción de tomar hasta cinco refuerzos de los equipos descartados.
A gran parte de la fanaticada y a algunos entendidos, a priori, no les gusta el nuevo diseño. Argumentan que la pérdida de calidad no se frenará con una liga donde jueguen 16 novenas. Demasiadas.
Los detractores consideran que un torneo de ocho equipos es lo deseable.
(En lo personal, opino que la temporada debería ser disputada por seis novenas. Y que no excediera los cuatro meses de competencia. Si se quiere elevar la calidad de la pelota nacional, se debería autorizar a los jugadores a competir en ligas foráneas. No hay otra opción.)
También es imprescindible que las autoridades deportivas establezcan mecanismos, ya sea mediante patrocinio empresarial o según un porcentaje del dinero recaudado por las entradas a los estadios, que permita pagar salarios decorosos a los peloteros.
Los jugadores compiten casi todo el año alejados de sus familias. Muchos viven en condiciones precarias. Lo hacen por puro amor a la camiseta. Con implementos de escasa calidad y en terrenos sin las condiciones requeridas.
Es cierto que una élite de las estrellas criollas, por ser campeones olímpicos, devengan 300 cuc al mes. Pero son los menos. Un pelotero de la Serie Nacional debería ganar no menos de 4 mil pesos mensuales.
Al margen de las fugas de beisbolistas, a los preparadores debería permitírsele tener acceso a informaciones técnicas, estadísticas, y posibilidades de ver y estudiar los partidos de Grandes Ligas. Hay conceptos de preparación técnico-táctica que ya están desfasados.
De cualquier manera, contra viento y marea, el béisbol sigue arrastrando multitudes. A falta de comida en las neveras y las billeteras vacías, los aficionados tienen un bálsamo en la pelota.
Resulta relajante pasar cuatro horas en las gradas de un estadio, hablando de estadísticas, comparando jugadores y haciendo nuevos amigos. Es la pasión de muchos.
El deporte, sobre todo el béisbol, tiene esa cualidad maravillosa de desconectar de la crisis y la falta de futuro. Los problemas de la vida cotidiana comienzan cuando termina el juego.